martes, 9 de octubre de 2007

Cuba red Avispa

Cuba Red avispa Para la Habana son héroes de la Revolución; para la justicia estadounidense, espías. Su misión antiterrorista en Miami salvó la vida de miles de personas al informar con anticipación de sabotajes y asesinatos contra la población y figuras de la política cubana Nydia Egremy La agresión del anticastrismo radicado en Estados Unidos contra Cuba originó una contraofensiva de inteligencia del régimen de la isla que tuvo su más reciente fruto en la sentencia de una corte de Miami contra cinco agentes del Estado cubano tras un juicio irregular y el silencio de la gran prensa. El 12 de septiembre de 1998 el Departamento de Justicia asestó el mayor golpe a la inteligencia cubana infiltrada en Estados Unidos al acusar a 14 miembros de la Red Avispa de “conspirar para recopilar y entregar información de defensa a un gobierno extranjero y por no haberse registrado como agentes en Estados Unidos”. Sin embargo, la Oficina Federal de Investigación (FBI) conocía el trabajo que ellos realizaban desde 1995 y se benefició de la información que le brindaron luego de su infiltración en los grupos anticastristas de La Florida. Fernando González, René González, Antonio Guerrero, Gerardo Hernández y Ramón Labañino tenían la misión de actuar como un sistema de alerta temprana para monitorear y vigilar a las organizaciones anticastristas, introduciéndose incluso a la organización Hermanos al Rescate (HAR). A raíz de su arresto, los agentes fueron confinados en celdas de castigo sin acceso a defensores y familiares y sólo salieron para enfrentar su juicio, pues confiaron en el sistema judicial estadounidense, que finalmente los condenó, sin pruebas, a algunos a cadena perpetua, y a otros a prisión de entre tres y siete años. Roberto González, abogado defensor y hermano de René, uno de los agentes sentenciados, declaró durante su reciente visita a México: “no espiaron, hicieron labor de infiltración, de monitoreo. El espionaje tiene una connotación de seguridad nacional en Estados Unidos”. Explica que la información que adquirieron los agentes “se consigue a través de Internet o en los periódicos. Nunca se espió para violar la seguridad nacional. Espiar es buscar información protegida por el gobierno y obtenerla por fuentes no publicables”. Admite que sí hay una infracción de la ley estadounidense por no registrarse ante el Departamento de Justicia como agente de un país extranjero. El delito no es ser agente, sino no registrarse, pero en todo caso lo que procedía era la expulsión diplomática, no una pena judicial. Hoy se sabe que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) posee copias de las trasmisiones interceptadas de alta frecuencia dirigidas a La Habana y que demostrarían que la información enviada a Cuba buscaba prevenir las acciones del exilio. La defensa de los agentes solicitó a la Corte Federal de Miami que se revele esa información. De no hacerlo, se apelará a la Suprema Corte de Estados Unidos. ¿Juicio justo? Algunos juristas e intelectuales perciben el proceso como un montaje, con sentencia dictada de antemano contra un Estado, no contra los acusados. William Blum, autor de Estado Villano: Guía para la única superpotencia del mundo”, citado por The Washington Post (27 de febrero de 1996), destaca que la Asociación de Abogados de la Defensa de Florida otorgó a la defensoría de los agentes el premio Contra todas las Probabilidades Según Blum, defender “a los cubanos que están a favor de Castro en Miami en un caso criminal plagado de alusiones políticas y con el gobierno estadounidense plenamente decidido a joder a un puñado de rojillos es como llevar a cabo una guerra terrestre contra Rusia en temporada de invierno”. Y es que el proceso contra los cinco agentes violentó varias normas jurídicas, entre ellas la sexta enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que establece que todo acusado tiene derecho a un juicio justo e imparcial. Además, la juez Joan A. Lenard rechazó la moción para cambiar la sede del juicio, dada la hostilidad generada por una campaña contra los acusados causada por ella misma con la entrega a grupos anticastristas de mil 400 páginas del proceso. Su declaración al The New Herald de que: “este juicio será más interesante que cualquier programa de televisión” caldeó el ambiente. Otro agravante fue que la fiscalía sostuvo reuniones públicas y visitas con los grupos ultraderechistas de Miami desde el arresto de los agentes y ninguno de los exiliados que declararon en el juicio sobre actos terroristas o los grupos a los que éstos pertenecen fueron procesados. En junio del 2001 los cinco agente fueron declarados culpables y en diciembre recibieron sentencia. Durante seis meses se les intentó incriminar sin pruebas. Según el sumario del juicio, la fiscalía argumentó que buscaron “atacar nuestro sistema de seguridad nacional y nuestro proceso democrático”. Sin embargo, como demostraron la defensa y los testigos de la propia fiscalía, la seguridad nacional estadounidense nunca peligró por la misión de los agentes. Gerardo Hernández Nordelo fue acusado de transmitir el itinerario de los pilotos de las avionetas de HAR para que la Fuerza Aérea Cubana los interceptara. Fue el enlace entre la inteligencia cubana en la isla y agentes infiltrados en organizaciones anticastristas, recibió y transmitió mensajes advirtiendo al piloto René González —infiltrado en HAR— que no volara entre el 24 y el 27 de febrero de 1996. Por otra parte, hubo un intercambio de al menos 27 notas entre el gobierno cubano y el estadounidense en ese caso para evitar el sobrevuelo de la isla. Al cargo de “violación” de la seguridad nacional estadounidense” que se le imputó a Gerardo se respondió con el testimonio de militares del Comando Sur, como el general Charles Wilhelm, excomandante en jefe del mismo; Edward Atkeson, exvicejefe del Estado Mayor del Ejército para la Inteligencia; Eugene Carrol, exvicejefe de Operaciones Navales; George Bukner, del Comando del Sistema para la Defensa Aérea, y James Clapper, exdirector de la Agencia de Inteligencia del Pentágono y experto de la fiscalía. El Pentágono apuntó: “No existen indicios de que hayan tenido acceso a información clasificada o a áreas sensibles”. Todos admitieron que los acusados no cometieron espionaje militar contra Estados Unidos, pero aun así se les declaró culpables de todos los cargos. Otras anomalías del proceso fueron: amenazas contra el jurado —filmar las placas de sus autos—, desconocimiento de las pruebas de la defensa, violación al derecho de los acusados a un juicio justo y que el veredicto se dio sólo cuatro días después de iniciadas las deliberaciones finales. Pese a que el caso era complejo y ninguno de los jurados era versado en temas de inteligencia, pronunciaron su voz de condena después de 96 horas de deliberaciones. René González es otro ejemplo del proceso irregular. Durante su misión auxilió a la FBI para desarticular a una banda de narcotraficantes, uno de ellos, ya en prisión, del Partido Unido Nacional Democrático, que bajo la fachada de luchar contra Castro trafica drogas. Según su defensor, Roberto González, “si los federales se le acercan a mi hermano para pedirle información de esos grupos es porque saben que hay algo ahí. ¡y no hacen nada!”. González comenta que a los agentes se les negó el beneficio del mal menor, pilar del derecho estadounidense y que postula el beneficio de la ley si se afecta algo para salvar un bien superior. “Ningún juez en Estados Unidos ignora este criterio. Si un estadounidense se infiltra en Al Qaeda sin registrarse ante nadie e informa a la FBI que un grupo terrorista va a actuar contra Estados Unidos en breve, no me imagino que a ese hombre lo encuentren culpable, sino que lo premien. Al negarles ese beneficio e imponerles las mayores penas que tuvo a la mano, la jueza Lenard se manifestó políticamente”, señala el abogado. Se comprobó también que las autoridades estadounidenses admiten que algunas de las organizaciones anticastristas realizan actos terroristas y aun así son protegidas. Una sanción adicional dictada contra los agentes René González y Antonio Guerrero les prohíbe “asociarse o visitar lugares específicos donde se sabe que están o frecuentan individuos tales como terroristas, miembros de organizaciones que propugnan la violencia”. Otra ironía del caso es que el origen de la investigación de la FBI fue una reunión de cooperación entre autoridades de los dos gobiernos. Luego de la sentencia los agentes fueron trasladados a cinco prisiones diseminadas por todo el país —Pennsylvania, California, Texas, Wisconsin y Colorado—, lo que dificulta a su defensa visitarlos más de una vez. En un intento por revertir las sentencias consideradas injustas, el pasado 12 de noviembre Leonard Weinglass, defensor de Antonio Guerrero, presentó una moción para reabrir el proceso en Atlanta. Paul McKenna, abogado de Gerardo González, se sumó a la moción, con base en la obtención de nuevas evidencias. Otro elemento a su favor es una reciente resolución de la corte de Miami que permitió —en el caso de un indocumentado mexicano que acusó de discriminación racial al Departamento de Justicia estadounidense— que el juicio se lleve a cabo en otro tribunal. ¿Quiénes son? Los cinco cubanos, dos nacidos en Estados Unidos —Tony Guerrero, en Miami, y René González, en Chicago— residían en Miami con identidades falsas y recibían y trasmitían información en clave. Gerardo Hernández Nordelo nació en La Habana en 1965. Licenciado en Relaciones Políticas Internacionales, en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores (1989), es veterano de Angola y caricaturista. Enfrenta dos cadenas perpetuas más 15 años de prisión por conspiración, conspiración para cometer asesinato, conspiración para cometer espionaje y como agente de Estado extranjero sin notificarse e identidad falsa. Fernando González Llort nació en La Habana en 1963. Licenciado en Relaciones Políticas Internacionales, en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, graduado con Diploma de Oro (1987). Sentenciado sin pruebas a 19 años de prisión por conspiración y como agente de Estado extranjero sin notificarse e identidad falsa. Ramón Labañino Salazar nació en 1963 en La Habana., en 1986. Licenciado en Economía por la Universidad de La Habana, con Diploma de Oro (1986), tiene tres hijas de 14, 9 y 5 años. Sentenciado sin pruebas a cadena perpetua más 18 años de reclusión por conspiración, conspiración para cometer espionaje e identidad falsa. René González Sehwerert nació en Chicago, Estados Unidos, en 1956. Es piloto e instructor de vuelo. Tiene dos hijas, su esposa Olga Salanueva fue detenida el 16 de agosto del 2000, separada de su hija de dos años, amenazada con perder su custodia y deportada a Cuba cuatro meses después tras revocársele la visa. González Sehwerert fue sentenciado sin pruebas a 15 años de prisión por conspiración y por no registrarse como agente de Estado extranjero. Antonio Guerrero Rodríguez nació en 1958 en Miami, Estados Unidos. Ingeniero en Construcción de Aeródromos en la Universidad Técnica de Kiev, de la antigua Unión Soviética, también es poeta y padre de dos hijos. Sentenciado sin pruebas a cadena perpetua más 10 años de prisión por conspiración, conspiración para cometer espionaje y como agente de Estado extranjero sin notificarse. La operación en territorio estadounidense de grupos de clara vocación terrorista que originan respuestas como la de la Red Avispa, cuyos agentes intentan evitar ataques en su propio país, y la omisión de este caso o de sus antecedentes por parte de la gran prensa alertan a la comunidad internacional contra esta otra modalidad del terror. Terror de Estado De acuerdo con la versión isleña, el terrorismo ha sido instrumento constante de la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba en los últimos 40 años. En ese tiempo casi 3 mil 500 cubanos han muerto por causa de ataques que mutilaron a 2 mil 100 más. Hay que mencionar aquí que grupos asentados en Estados Unidos destruyeron en pleno vuelo un avión y a todos sus pasajeros el 6 de octubre de 1976. Hubo agresión biológica: pulgas, garrapatas, mosquitos, sarna, lepra, el dengue hemorrágico —inexistente en Cuba— alcanzó la cifra sin precedente en el mundo de 344 mil 203 personas afectadas. Un solo día , el 6 de julio de 1981, se reportaron 11 mil 400 nuevos enfermos. Es larga la historia de aviones que parten de La Florida hacia Cuba para colocar bombas, invadir, asesinar, subvertir, enviar armas, sabotear industrias o el agro. Los atentados contra Fidel Castro y figuras del gobierno son públicos y se remontan al sabotaje del buque francés La Coubre el 4 de marzo de 1960. Entre los años 1990 y 2000 se produjeron 108 acciones terroristas contra Cuba, tanto dentro de su territorio como en sus sedes diplomáticas en el exterior. Simultáneamente, las distintas administraciones estadounidenses han impulsado la estrategia de la emigración ilegal cubana hacia su territorio, contraria a la que exige a ciudadanos de otros países. Como resultado de esas actividades terroristas contra Cuba a lo largo de cuatro décadas el pueblo de la isla presentó una demanda contra el gobierno de Estados Unidos por daños humanos, de la cual aún no hay respuesta. Fondos oscuros En sólo seis años el gobierno estadounidense aportó más de 15 millones de dólares a grupos opositores a Castro. Documentos oficiales revelan que la mayoría de esos fondos se destinaron a grupos cubano-americanos y no a organizaciones civiles en Cuba. Además del bloqueo, otro instrumento de la política estadounidense hacia Cuba son los programas destinados a apoyar a grupos de la sociedad civil opositores en la isla. La administración Bush solicitó 5 millones de dólares este año y seis más para el 2003 para dar “asistencia directa al pueblo cubano mediante organizaciones no gubernamentales”. La efectividad de tales iniciativas es puesta en duda por la firma de contabilidad Price Waterhouse Coopers, que concluyó en un informe: “El propósito del programa está sujeto a percepciones divergentes. Algunos argumentan que debería promover un cambio gradual y pacífico en Cuba, otros sostienen que debería seguir una estrategia intensiva de relaciones públicas y actividades en el extranjero y en Cuba para obligar a que el gobierno isleño cambie sus políticas represivas”. El análisis de Price Waterhouse, solicitado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), documentó que gran parte de estos fondos quedó en Estados Unidos y benefició a grupos con sede en Miami que desarrollaban vagos esfuerzos para apoyar a activistas anticastristas. Tales sumas se distribuyen vía la USAID o el Fondo Nacional para la Democracia (NED), cuyo principal financiamiento proviene del gobierno. El donativo más grande se otorgó al Centro por una Cuba Libre (Center for a Free Cuba), que dirige Frank Calzon, promotor del embargo y crítico del sector agrario estadounidense, que pugna por suavizar el embargo. Este hombre, operador político bien conectado en Washington, recibió 2.7 millones de dólares para distribuir en Cuba copias de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la novela Rebelión en la granja, de George Orwell. El propósito principal del programa general de asistencia estadounidense a los cubanos, según funcionarios de la Casa Blanca, no es distribuir libros en Cuba. La USAID afirma que su mira es “ayudar a construir la solidaridad con los activistas de derechos humanos de Cuba, dar voz a los periodistas independientes de la isla, apoyar en su desarrollo a ONG´s independientes, defender los derechos de los trabajadores, ofrecer contacto directo con el pueblo y apuntalar la formulación de planes asistenciales para un gobierno de transición futuro”. El rubro más amplio del nuevo enfoque de ese programa es la “planificación para la transición política”, con sede en la Universidad de Miami. Aunque no es explícita, la planificación se plantea después de que Castro muera. De hecho, ya se han otorgado más de 100 mil dólares a la fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES) para desarrollar un manual de 166 páginas con instrucciones para realizar elecciones libres en la isla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La extensión del espionaje cubano contra Estados Unidos fue puesta en la arena pública cuando el FBI desmanteló una red de inteligencia cubana cuyas ramificaciones y consecuencias en las instituciones oficiales de Washington aún continúan infiriéndose. A pesar de la actitud ambivalente de la administración de Bill Clinton hacia Fidel Castro, para Cuba la Guerra Fría no se “descongeló” y sus operativos de inteligencia continuaron laborando en el objetivo de penetrar profundamente las estructuras estadounidenses, como si nada hubiese pasado en el planeta. Los siguientes detalles de las operaciones cubanas descubiertas por los oficiales de contra-inteligencia del FBI a fines de la década 1990 actualizan y desenmascaran la intensidad de esta Guerra Fría regional y muestran la determinación de Fidel Castro de continuarla.
Noticia vinculada:
• Reconstruyen Red Avispa en La Florida
http://www.cubamatinal.com/Noticia.cfm?NoticiaID=7593
Por Grupo de Apoyo a la Democracia

A juzgar por el analista cubano Ernesto F. Betancourt, “el 14 de septiembre de 1998, el agente especial del FBI, Raúl Fernández, se personó en las cortes de Miami para presentar ante la jueza distrital Joan Lenard una acusación que dio como resultado uno de los casos más originales de espionaje1. El FBI, tras una prolongada investigación, arrestó a diez individuos en Florida por llevar a cabo labores de espionaje contra los Estados Unidos a nombre de Cuba. El servicio de investigación criminal de la marina de Estados Unidos (NCIS) formó parte a su vez de las pesquisas. El descubrimiento de la Red Avispa ayudó a enfocar la atención en lo extenso del espionaje cubano contra Estados Unidos.

La Red Avispa, integrada por 16 agentes cubanos, tenía como cometido espiar a agencias oficiales norteamericanas e infiltrar importantes instalaciones militares de los Estados Unidos, como el Comando Sur (SOUTHCOM) y el Comando Central (CENTCOM) en Tampa, responsable de las actividades militares en el Cercano Oriente y en el sur y dentro de Asia. (El jefe del CENTCOM, general Tommy Franks, encabeza las operaciones militares contra los terroristas en Afganistán y en las áreas vecinas.) Asimismo, debían introducirse en los grupos anti-castristas en el sur de la Florida, y manipular sus actividades. Al desarticularse la red por el FBI, sus miembros fueron acusados de actuar conscientemente como agentes de Cuba, y de conspirar para apropiarse de información de la defensa y seguridad nacional. De los 16 miembros de la Red Avispa identificados, ocho han sido condenados o se declararon culpables, cuatro escaparon hacia Cuba y el resto comenzó a ser juzgado2.

La escuadra de contra-inteligencia externa del FBI, que investiga las operaciones de inteligencia foráneas, llevó a cabo desde 1995 la vigilia y el escrutinio directo de los movimientos, teléfonos y residencias de los espías cubanos mediante el uso de la “técnica”. Asimismo registraron de forma secreta sus viviendas, monitoreando sus teléfonos de manera permanente3. Como resultado de toda esta actividad de control se descubrió una vasta red que operaba en concierto con otros agentes clandestinos del gobierno de Cuba.

Se detectó que estos agentes ilegales se comunicaban directamente con el gobierno de Cuba notificándole sus actividades, y recibiendo instrucciones para cumplir misiones especiales que luego el “centro” en Florida las asignaba a otros sub-agentes. El FBI descubrió amplias evidencias de ilegalidad en el contenido de tales despachos desde, y hacia, Cuba incluyendo datos almacenados en disquetes de computadoras que se preservaban en las viviendas de los tres dirigentes superiores de la red4.

En su acusación criminal contra la Red Avispa, el FBI acotaba que “el grupo compilaba y reportaba información de inteligencia concerniente, entre otras cosas, a las actividades políticas de las organizaciones anti-castristas, instalaciones de defensa, funciones del gobierno -incluyendo intentos de penetración a bases militares norteamericanas-; participación encubierta en organizaciones anti-castristas, e intentos de manipulación de instituciones políticas y entidades gubernamentales de Estados Unidos a través de la desinformación y la supuesta colaboración”5.

Será el propio Castro quien en una entrevista pública, tratando de negar el envolvimiento directo de Cuba en el espionaje contra las bases militares norteamericanas, de forma oblicua confirmó los planes operativos de la Red Avispa: “Si acaso pudiera interesarnos algo con relación a algunas instalaciones de Estados Unidos próximas a Cuba, serían los movimientos de tropas...” “los movimientos de tropas y unidades importantes se pueden obtener perfectamente por medios radio-electrónicos”. “Sí nos podía interesar cuántas tropas se acumulaban en la Florida para la invasión y cuántos barcos, y dónde podían estar las unidades fundamentales que se emplearían contra nuestro país por mar, por aire”6.

La Red Avispa recibía el sostén financiero de Cuba y trabajaba directamente para la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior, aunque a todas luces era una operación compartida con la inteligencia militar de las Fuerzas Armadas de Cuba. Las comunicaciones entre los miembros del grupo hacían referencia al Departamento de Información de Inteligencia, citaban como Centro Principal al Ministerio del Interior, y aludían a la DAAFAR a la Dirección de las Fuerzas Aéreas cubana. Por su parte, a la CIA y al FBI los identificaban como Servicios Especiales Enemigos7.


LOS OPERATIVOS


El FBI concluyó, sobre las bases de los datos incautados, que el espía directivo de la Red Avispa era Gerardo Hernández Nordelo (alias Giro o Giraldo), quien utilizaba la identidad falsa de Manuel Viramontes. Hernández inspeccionaba la infiltración de sus sub-agentes en los grupos domésticos anti-Castro en la zona de Miami (con el objetivo de entorpecer y crear animosidad entre específicas asociaciones y desacreditar a ciertos líderes de la comunidad cubana). Los componentes del círculo prestaban atención especial para mantener en secreto sus identidades y las misiones que realizaban como agentes, estableciendo una táctica muy elaborada para evadir la detección8.

Cuando Hernández, el cabeza de la cofradía, fue arrestado en Miami Beach, se identificó como capitán del ejército cubano, que había estado en este país desde 1992. La observación electrónica sobre Hernández arrojó numerosas conversaciones referentes a las operaciones de inteligencia, y en su apartamento se encontró un radio de onda corta, computadoras y numerosos disquetes con información comprometedora, grabadoras y equipos fotográficos de alta sensibilidad. En los disquetes había literalmente miles de páginas detallando las conversaciones entre Hernández y el gobierno de Cuba, así como Hernández y el resto de los oficiales de la Red Avispa.

El segundo en rango era el mayor de la inteligencia cubana, Ramón Labañino Salazar, nacido en 1963, que utilizaba la identidad falsa de Luis Medina (alias Alán) obtenida con una licencia de conducción a ese nombre. Labañino asumía la función de fiscalizar los planes de penetración y la obtención de información clasificada de las instalaciones militares de Estados Unidos activas en el sur de la Florida. Entre ellas figuraban el Comando Sur (caracterizada por la DGI como uno de los objetivos a priorizar en el área de Miami), la base aeronaval de Boca Chica, en Cayo Hueso, cuya actividad fue reconocida por la inteligencia cubana como de sumo interés para el mando de la fuerza aérea cubana. Gerardo Hernández y Labañino recogían los informes de sus respectivos sub-agentes y les pagaban, y también les instruían sobre las misiones que demandaba Cuba. Hernández recibía órdenes de La Habana que luego adjudicaba como planes a los agentes individuales dentro del teatro de operaciones. Era su responsabilidad asegurar que las misiones y tareas fuesen cumplidas y reportar el resultado a La Habana.

Labañino ya había operado en Tampa, en la costa oeste de la Florida, desde 1992, surtiendo de información a Cuba de todo lo correspondiente a los movimientos de la base de la fuerza aérea McDill. Labañino fue destinado a Miami en 1996, con la encomienda de introducirse en el Comando Sur. Su domicilio contenía material similar al de Gerardo Hernández. En una comunicación procedente de la DGI, a fines de 1996, Gerardo Hernández fue instruido para organizar en Miami, bajo la dirección de Labañino, un grupo de sus agentes con vistas a la operación contra el Comando Sur, sugiriendo a los “camaradas Mario (Joseph Santos), Julia (Amarilis Silverio), Gabriel y Antonio Guerrero (alias Lorient)”9. En la información recuperada de la computadora de Labañino, este se refería a sí mismo como un “agente ilegal”, que es el sinónimo utilizado en inteligencia para un espía que utiliza una cobertura no oficial. Aunque Labañino se ausentaba con frecuencia del área de Miami, para consumar otras labores de espionaje, el FBI lo mantuvo bajo vigilancia durante dos años, en el curso de los cuales fue filmado en un restaurante de Nueva York, cuando intercambiaba información con un diplomático cubano destacado en la ONU.

El tercer hombre a bordo era Fernando González, que actuaba bajo la adulterada identidad de Rubén Campa (alias Vicky), y era el responsable de fiscalizar y dirigir en la práctica a todos los sub-agentes. Otro de los proyectos de la Red era la manipulación de los medios masivos y electrónicos de comunicación y la opinión pública con llamadas telefónicas anónimas y cartas a los periódicos y a las figuras políticas. Fernando González fue detectado en julio de 1998 despachando el cumplimiento de las tareas de espionaje con Gerardo Hernández, entre otras cuestiones el caso de un agente cubano que había confrontado problemas en Moscú. Los agentes especiales del FBI relataron la manera en que Fernando González describía al “grupo ISRI, dentro de la escuela de inteligencia cubana, y el uso de la sigla M-2 con la cual se identificaba a un país específico.

Antonio Guerrero, ciudadano norteamericano cuya familia regresó a Cuba cuando éste era niño, era un empleado civil en la base naval y aérea de Boca Chica, que estaba bajo las órdenes de Labañino, pero que a la vez reportaba directamente a Gerardo Hernández. El encargo de este emisario era de tal importancia que el cabecilla de la red, Hernández, fue designado por al DGI de ir a Cayo Hueso de ser necesario cada dos semanas para recoger cualquier pormenor que Guerrero hubiese detectado. Guerrero debía reportar todo movimiento fuera de lo común conectadas con la capacidad combativa de esta base militar, como ejercicios, maniobras y otras actividades.

Guerrero obtuvo referencias pormenorizadas de la actividad diaria de la base aérea, incluyendo los tipos de aviones de guerra allí emplazados, su lugar exacto, descripción especificada del interior y exterior de las edificaciones de la estación aérea que se sospechaba estaban preparadas para admitir actividades muy secretas. La detección de los aviones especializados en guerra electrónica que allí se encontraban para realizar misiones de exploración. Asimismo, la dirección de altos oficiales militares asignados a la base. En un mensaje de Cuba a Gerardo Hernández, se le manda a que Antonio Guerrero continuase reuniendo información militar, y al mismo tiempo fomentara nuevas relaciones personales con militares y fortaleciera las que ya había cultivado, con el objeto de lograr una mayor penetración de la base aeronaval10.

Uno de los elementos más intrigantes mencionados por el agente del FBI Raúl Fernández es precisamente el caso de este espía, Antonio Guerrero, que le proveyó a Cuba con las direcciones de cientos de personal militar estacionado en la estación naval y aérea de Boca Chica, indagaciones que podrían parecer de poco uso para los planes de defensa de Cuba, pero muy útiles para un ataque comando contra esa instalación”11. Betancourt cita al reputado semanario militar Jane´s Defense, en su número de 6 de marzo de 1996, donde reporta que desde principios de la década 1990 Cuba entrenaba comandos en Vietnam, precisamente para este tipo de plan. Según la publicación: “La estrategia de La Habana tras tales entrenamientos es atacar las bases de logística de las fuerzas de EEUU. Que se preparan para invadir a Cuba. El objetivo político es llevar la realidad de la guerra al pueblo americano”12.

Uno de estos oficiales cubanos de inteligencia detenido, René González Sehwerert (alias Castor), era un ciudadano norteamericano que se especializaba en compilar datos que se enviaban inmediatamente a Cuba sobre las particularidades y las actividades de los grupos políticos y humanitarios anti-Castro, así como las de personalidades de la comunidad cubana exiliada. René González se ocupaba de reportar todo lo que pudiese sobre Hermanos al Rescate, Movimiento Democracia, Militares y Profesionales por la Democracia, Comando Unidos para la Liberación, Partido Unido Nacional Democrático (PUND), Comisión Nacional Cubana y la Asociación de Pilotos Cubano Americana.

René González era también informante del FBI, con la supuesta misión de suministrar detalles del narcotráfico, aunque en realidad constituía un medio de desviar la atención de la contra-inteligencia norteamericana sobre sus verdaderas operaciones, obtener información de las actividades del FBI, sus agentes y el progreso de ciertas investigaciones de interés para Cuba. Mensajes decodificados enviados por la Red Avispa a La Habana, se refieren a las actividades de los grupos cubanos exiliados, que luego La Habana los transfería al FBI sin aparentes resultados. En un mensaje de Cuba a Hernández, descubierto por el FBI, la inteligencia cubana sugería que una de las miras de la supuesta cooperación con el FBI era mantener un canal para utilizarlo “en caso de interés para nosotros en una emergencia, para precipitar una acción del gobierno norteamericano contra los grupos cubanos exiliados”13.

En 1997, el jefe de la red, Gerardo Hernández notificó a Cuba que Jorge Más Canosa, presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) tenía un cáncer terminal. La información le fue proporcionada a Hernández por René González, quien a la sazón estaba infiltrado en el Movimiento Democracia después de haberlo hecho en Hermanos al Rescate. Según revelaciones de El Nuevo Herald, tras la muerte de Más Canosa, la DGI desarrolló un operativo de desinformación para desacreditar esta organización y profundizar las divisiones entre sus figuras principales, mediante la distribución de un volante confeccionado por uno de los espías de la Red Avispa. En un informe recibido por Hernández del “Centro Principal” de La Habana se lee lo siguiente: “como sigue, estoy enviando un nuevo pedido del Departamento M-IX. Esta actividad corresponde a una operación, “Finado”, y en ella se incluye una tarea llamada “correo”14.

El suelto, supuestamente enviado por uno de sus directores, proponía que no se votase por Jorge Más Santos puesto que “a él no le interesa la política, su madre no quiere que asuma el liderazgo de la Fundación, no tiene el carisma de su padre, o no habla bien el español”. El volante atacaba a los directores Alberto Hernández, Francisco “Pepe” Hernández, Diego Suárez y Domingo Moreira. El impreso terminaba con la siguiente arenga: Vota por el Finado. Esta “operación finado” comenzó a ejecutarse alrededor del 30 de junio de 1998, precisamente para influir en el próximo congreso de la FNCA, y se envió a un grupo de directores, como Clara María del Valle, Feliciano Foyo, Roberto Martín Pérez, Emilio Vázquez y Mel R. Martínez15.

Las investigaciones del FBI concluyeron que Nicolo Hernández (alias Manolo) y Linda Hernández (alias Judith) eran sub-agentes que reportaban también a Gerardo Hernández y disfrutaban de alta confianza y responsabilidad. Este matrimonio que vivía en New York, fue reubicado en Miami a principios de los 1990, operando bajo la cobertura de un pequeño negocio, propiedad de Nicolo Hernández, de exportación y venta de periféricos de computadoras e instrumental médico. Uno de los mensajes de la DGI, se refiere a este matrimonio como “tenientes” que habían trabajado para el gobierno cubano por “numerosos años”, ostentando cargos en la reserva militar. También se les conocía por los “junior” y gozaban de un estatus elevado dentro de la Red Avispa, al punto de saber las identidades de otros operativos de inteligencia en Estados Unidos.

Al matrimonio Hernández les fueron asignados proyectos especiales por la inteligencia cubana, incluyendo la vigilancia de dos agentes cubanos ante la sospecha de que podían desertar. Entre otras funciones, a Nicolo Hernández se le situó la tarea de infiltrarse en la Cámara de Comercio Latinoamericana (CAMACOL), mientras que Linda Hernández fue encargada de lo mismo en la organización anti-castrista Alpha-66. Ambos fueron responsabilizados también con investigar las compañías locales de tele-comunicaciones, y entablar relaciones estrechas con ex empleados de la marina de guerra norteamericana, y considerar la posibilidad de reclutar alguno.

Los Hernández se hallaban implicados en un plan que comprendía la expedición de miles de cartas anónimas, ficticiamente de cubanos exiliados, de intimidación contra figuras políticas dentro de los Estados Unidos, incluyendo una esquela supuestamente remitida por una figura anti-castrista que amenazaba con comprometer políticamente a un Senador. Al pormenorizar una de tales campañas, la DGI instruía que tenía que ser realizada por los Hernández debido a sus anteriores experiencias en este tipo de proyecto, donde habían demostrado que sabían cómo actuar. Asimismo sugerían que se velase por las medidas de seguridad, como el evitar dejar huellas digitales en la correspondencia, echarlas en diferentes buzones, usar los sellos apropiados, evadir ser vistos al depositar las cartas utilizando camuflajes para no ser reconocidos, y comportarse de manera habitual.

Joseph Santos (alias Mario) y Amarilis Silverio (alias Julia) fueron transferidos a Miami con la misión específica de ayudar a Labañino en la infiltración profunda del Comando Sur. La DGI instruyó a que Santos y a Amarilis comenzaran a trabajar de inmediato, a partir de las instrucciones cursadas. Ambos tenían como meta fundamental el espionaje sobre el Estado Mayor de tal comando. Santos era empleado de una compañía de alimentos en Miami, cercana al área militar, y ya había efectuado un estudio preliminar de la situación operativa en el área donde se llevaban a cabo los proyectos del Comando Sur. Otros documentos revelan que la inteligencia cubana realizaba un levantamiento cartográfico de las construcciones y geografía del Comando Sur y sus alrededores16.
El 20 de septiembre del 2001, el matrimonio de Gerardo Gari, de 41 años, y Marisol Gari, de 42 años, que operaba bajo los nombres postizos de Luis y Margot, se declaró culpable de ser parte de la “Red Avispa” de espionaje. Los Gari fueron acusados de trabajar estrechamente con el agente Fernando González Llort (alias Oscar). Según el agente del FBI Héctor M. Pesquera ellos “no fueron arrestados hace tres años porque tuvimos que ser selectivos. Esos arrestos fueron hechos con premura, porque sabíamos que algunos de ellos habían recibido la orden de regresar a la isla; en el caso de estos dos, teníamos la convicción de que no escaparían, como vino a suceder”17.

Gerardo Gari, nació en Brooklyn pero creció en Cuba. Gerardo Gari fue acusado de intentar infiltrarse en el Comando Sur en Miami, el cual supervisa las operaciones militares en América Latina y El Caribe, para recoger información y transmitirla a la inteligencia cubana. Según el fiscal federal Guy Lewis, Gerardo Gari “era un agente del gobierno cubano muy calificado que recibió entrenamiento en vigilancia y contra-vigilancia, fotografía de micro-punto, comunicaciones clandestinas y explosivos”18. La pareja se trasladó a Estados Unidos en 1990 donde inició sus actividades de espionaje entre 1991 y 1998. Ambos viajarían constantemente a Nueva York para entregar información a los jefes del espionaje cubano y recoger dinero.

Gerardo Gari hizo intentos por trabajar en la base de la fuerza aérea MacDill, en Tampa. A Marisol Gari, cubana de nacimiento, se le inculparía de aprovechar su empleo federal en el Servicio Postal de Estados Unidos en el aeropuerto internacional de Miami para interceptar las cartas recibidas o enviadas de aquellos cubano-americanos blanco del espionaje cubano en territorio norteamericano. Los Gari acopiaron información de miembros de la FNCA y estuvieron involucrados en una operación titulada “Neblina”, enfilada a reunir toda la información de inteligencia posible, que pudiese comprometer el prestigio del director de la FNCA Roberto Martín Pérez. A tales efectos, lograron introducirse en los mecanismos de seguridad en el domicilio y oficina de Martín Pérez.

Las autoridades advirtieron que después del arresto de los 10 integrantes de la red, Gerardo y Marisol Gari suspendieron de inmediato sus actividades de espionaje, y en el 2000 se trasladaron al área de Orlando. Allí Gerardo Gari trabajó durante un tiempo para la empresa aeronáutica Lockheed-Martin como probador de equipos19. La acusación principal contra ellos fue la de espiar en el Comando Sur por medio de un agente plantado, llamado “Gabriel”20.

LAS TÉCNICAS DE ESPIONAJE

El FBI detectó la Red Avispa en el año 1996 y monitoreó sus actividades hasta su arresto el 12 de septiembre de 1998, cuando se procedió a la detención de 10 sus miembros y la expulsión de dos diplomáticos de la Sección de Intereses de Cuba en los Estados Unidos. Uno de ellos el primer secretario Eduardo Martínez Borbonet, por haber realizado actividades de espionaje conjuntamente con la Red Avispa. En el curso de la investigación se conoció que estos oficiales de inteligencia de la red estaban entrenados en medidas de contra-vigilancia para evadir la detección en sus reuniones. El gobierno cubano utilizaría sus oficinas en la ONU en Nueva York, y en la Sección de Intereses en Washington para fiscalizar y dirigir estas y otras operaciones de espionaje en el territorio de los Estados Unidos.

Los agentes se valían de identidades falsas, asumiendo el nombre, fecha de nacimiento y número de seguridad social de individuos fallecidos; lo que implicaba la existencia de colaboradores dentro de la estructura burocrática norteamericana. Se obtuvo evidencia de que Gerardo Hernández y sus colegas, aparte de las falsas identidades que utilizaban, disponían de planes para escapar de los Estados Unidos en caso de ser descubiertos.

El semanario New Times, de Miami, dijo que el FBI decodificó mensajes cubanos de transmisiones de números entre 1995 y 1998, luego de que penetró subrepticiamente en las casas de los agentes de la Red Avispa, y se copiaron libros de códigos. Entre los mensajes figuraban algunos como: “prioricen y continúen amistad con Joe y Dennis (personal de una base aérea)” u otros como “inicien infiltración de personal”, supuestamente en los equipos de los legisladores Lincoln Díaz Balart e Ileana Ros-Lehtinen21.

Según un testimonio de la corte, Cuba robó las credenciales de dos individuos del sur de la Florida, para proporcionar identidades dobles a dos de sus espías. La falsificación ocurrió luego de que ambos individuos sometieron sus documentos al gobierno cubano con el fin de obtener visas para entrar en Cuba. Así se duplicaron los pasaportes y las licencias de conducción de Osvaldo Reina, un chofer de camión del condado de Broward, y Daniel Cabrera un empleado de mantenimiento en West Palm Beach. Tales réplicas fueron asignadas a Gerardo Hernández, el jefe de la red, y Fernando González Llort, uno de sus subalternos22.

Las comunicaciones entre Cuba y sus agentes fueron dilucidadas sólo después de que el FBI interpretó la escritura secreta de La Habana. Algunos testigos del juicio detallaron grabaciones telefónicas con conversaciones ultra-rápidas en código de Morse, y micro-puntos insertos en cartas o mensajes. Dos de los espías detenidos asumieron nombres de certificados de defunción de niños muertos en California en la década de 1960. Con esas identidades robadas obtenían todo lo necesario para moverse de forma legal: licencia de conducción, ficha de Seguridad Social, tarjetas de crédito.

Según declaraciones de José Cohen, un ex oficial de inteligencia cubana que desertó a los Estados Unidos en 1994, el más substancial logro de los Estados Unidos en este caso fue el descifrar los códigos secretos de Cuba, que posibilitó todas las pruebas del caso. Cohen piensa que las pruebas estaban en los viejos códigos que los rusos habían enseñado a los espías cubanos. “Cuba debe estar muy preocupada” aseveró Cohen “por todo lo que sabemos el FBI puede descifrar las comunicaciones cubanas con los narcotraficantes. Esto es sólo el comienzo”23.

Los miembros de la red utilizaban lenguaje en clave y acentos de otros países hispanos cuando conversaban por teléfono entre sí. La Red sometía un estado financiero rutinario a sus superiores cubanos puntualizando los gastos incurrido por la “base de operaciones”, y el pago a los sub-agentes24. Se estima que tales de actividades de espionaje son subvencionadas por lo que a Cuba proporcionan las operaciones de drogas supervisadas del Departamento de América. En una ocasión para facilitar cobertura a sus fuentes financieras en caso de que se expusieran las mismas, la DGI notificó a Gerardo Hernández que debido al estado económico del país, la dirección de operaciones se había visto obligada a reducir el presupuesto de sus agentes en Estados Unidos.

En junio del 2001, el entonces subdirector del Servicio de Inmigración y Naturalización en Florida, Mariano Faget de 56 años, quien vino a Estados Unidos como un jovencito, y trabajó por 34 años en el Servicio de Inmigración, fue encontrado culpable del delito de entregar información clasificada a los servicios de inteligencia cubanos, y condenado por ello a cinco años de prisión. Faget tenía acceso a los expedientes secretos de los desertores cubanos y los que buscaban asilo, incluyendo a ex funcionarios cubanos que vivían en lugares no revelados públicamente. Como parte de las responsabilidades de su alto cargo, Faget recibió en el año 2000 información clasificada sobre un espía cubano que iba a desertar a los Estados Unidos. Minutos después, Faget telefoneó a un amigo que era un contacto directo con la inteligencia cubana, al cual le pasó la confidencia. Su proceso obligó al gobierno de Estados Unidos a expulsar del país a un diplomático cubano que fungía de contacto con Faget, acusado también de realizar labores de espionaje en territorio norteamericano.

Otros dos cubanos, Ricardo Villareal (alias Horacio) y Remigio Luna (alias Remi o Marcelino) también ejercían actividades de dirección y funciones de inspección sobre grupos de agentes que formaban parte de esta red de inteligencia cubana. Pero estos dos últimos, también abandonaron el territorio de los Estados Unidos25. El agente del FBI Herald Hector Pesquera no quiso revelar cuántas personas habían sido vinculadas a la denominada Red Avispa. Según Pesquera, Cuba retiró de Estados Unidos por lo menos cuatro agentes cuando se desmantelaba la red porque pensaron que el FBI iba a actuar de inmediato contra ellos. Asimismo, agregó Pesquera que aun existen otros agentes operando en el país pero que el FBI está al tanto de ellos, vigilando sus actividades ilegales26.

Otros teatros de actividad para los operativos de la DGI en Estados Unidos incluían la América Central y los países del norte sudamericano, como Panamá, Colombia, Chile y Venezuela. Pese a lo vasto de tales operaciones de espionaje, los medios de prensa y comunicación electrónica de Estados Unidos no se hicieron mucho eco de las mismas.

LOS PILOTOS DE LA MUERTE

René González Sehwerert nació en Chicago en 1956; desde el siglo pasado su familia había emigrado a Estados Unidos, retornado a Cuba y emigrado de nuevo en repetidas ocasiones. A la edad de cinco años, González retornó a Cuba con sus padres entrando en el ejército cuando tuvo edad militar. En la década 1970 estuvo destacado en Angola sirviendo en la fuerza aérea. En 1991, González, que era piloto instructor de la fuerza aérea cubana, fue enviado a formar parte de la Red Avispa con el alias de Castor. González fingió una huida al robarse un avión y aterrizar en los Estados Unidos. Luego residiría con su esposa en Miami desde 1996.

René González desarrolló amistad con algunos líderes del exilio. Se hizo miembro activo del Movimiento Democracia y se unió a la organización Hermanos al Rescate como piloto voluntario, que era su objetivo a infiltrar. Allí se transformó en uno de sus pilotos regulares, junto a otros de los espías Juan Pablo Roque (alias Germán) que también se infiltró en Hermanos al Rescate.

Por su parte, Roque recibió entrenamiento de piloto en la Unión Soviética durante la década 1980, y allí se casó con la hija de un general soviético que luego abandonó cuando se cansó de la vida en Rusia. En 1992 Roque de 35 años, Mayor de la Fuerza Aérea de Cuba que había sido entrenado por la inteligencia militar, supuestamente decidió abandonar el país, y aparentemente nadó a través de la bahía de Guantánamo hasta alcanzar la base naval norteamericana. Luego de su traslado a Miami, Roque se infiltró en la organización Hermanos al Rescate.

En Miami Roque contrajo matrimonio el 1 de abril de 1995 con Ana Margarita Martínez, una secretaria ejecutiva madre de dos hijos, como parte de su “leyenda” para legitimarse en Estados Unidos. Roque había conocido a Ana Margarita en un grupo de estudios bíblicos en una iglesia bautista e inició una intensa conquista, y según los documentos de la corte en una comunicación secreta a La Habana se refirió a Martínez como la “viuda casadera”. Una de las razones por la cual Roque, presionado por Cuba, decidió establecer relaciones con Ana Margarita Martínez se debía a que “quería independizarse de sus tíos y salir de su casa. El elemento de discordia en esa casa era su primo Denayf, quien también vivía en la casa. Denayf era agente del FBI. Una vez que se separó de ellos, cortó el contacto por completo27. Conforme a criterios de Margarita Martínez “yo era perfecta para él debido a mi ingenuidad”28. En sus comunicados a Cuba, Roque se mostraba impaciente con su misión en Miami, debido a que deseaba reunirse con una amante que había dejado en Cuba29.

Para fortalecer su “leyenda” Roque escribió un texto autobiográfico en el exilio y se mezcló con la élite principal de la oposición y sus líderes. Un párrafo del libro de Martínez-Montané ilustra el método de Roque “Juan Pablo, como quien dice, se dedicó de pleno a la tarea de meterse a todos en un bolsillo, de ganar su confianza, adoptar el lenguaje, y caminó airoso sobre la cuerda floja de la línea dura de la “vieja guardia”, congraciándose hasta con los más recalcitrantes. Hasta documentó su vida en la Cuba de Castro en un libro, titulado “Desertor”, y publicado por la poderosa organización de cubanos exiliados que cabildean en Washington, la Fundación Nacional Cubano Americana”30.

La versión generalizada por Roque es que supuestamente cayó en desgracia con el propio Fidel Castro al demostrar solidaridad con la perestroika. Asimismo, sus hermanos, Alejandro que era el más joven y Raúl, ambos pilotos de combate habían tratado de escaparse de la isla unos años atrás, hecho que fue frustrado y que les costó sentencias de cárcel por “traición”, y esto conllevó a que en lo adelante lo mantuviesen bajo vigilancia, prohibiéndole volar31.

Asimismo cuanta Margarita que Roque tenía paranoia de que nadie supiera su dirección y no trataba de conseguir trabajo. Roque desempeñó varios trabajos normales sólo para encubrir sus actividades “y aunque no pudo conseguir otro trabajo por varios meses, a veces llegaba a la casa con dinero en efectivo. En otras ocasiones recibía otros pagos por dibujar mapas detallados y proveer información militar. Lo veía dibujando por horas en la elaboración de estos mapas”32.

“Alguien le presentó a Juan Pablo a José Basulto, el presidente y cofundador, junto con Billy Shuss, de Hermanos al Rescate. Según Basulto Roque fue el que demostró interés en un principio a venir a participar en Hermanos al Rescate. Era extraño que Roque, recién llegado, tratase de ponerse en contacto conmigo. Pero yo lo acepté. Con la ayuda de Basulto, Roque comenzó a trabajar por su cuenta como entrenador personal para personas adineradas”33.

En cierta ocasión Roque le confesó a su mujer que era colaborador del FBI. Roque y René González mantenían un ojo vigilante, reportando las actividades de esa organización a Cuba y al FBI, el cual ignoraba que estaba ante dobles agentes34. Las informaciones que ambos pasaban al FBI tenían como objetivo perjudicar y desacreditar a Hermanos al Rescate ante las autoridades norteamericanas. Según Margarita, René González y Juan Pablo Roque muchas veces se hablaban en ruso y ella no entendía lo que estaban diciendo. Cuanta ella cómo un día, de forma inesperada, Roque se ausentó durante una semana en la cual no la telefoneó, sino a través de René González. El obstáculo era que existía un aparato de identificación de llamadas en el teléfono, el cual hubiese reportado su localización que, a todas luces tenía que ser la Sección de Intereses de Cuba en Washington35.

Entre los documentos sometidos por la fiscalía como evidencia figuraban mensajes secretos por computadora y radio entre los espías y sus jefes en La Habana, donde se relacionaban los esfuerzos de los agentes de Castro para sabotear a Hermanos al Rescate y aprovechar la oportunidad para derribar en pleno vuelo a los pilotos de esa agrupación.

En diciembre de 1995 y enero de 1996, Cuba utilizando la inteligencia brindada por Roque y González, comenzó a planificar una operación para derribar los aviones de la organización Hermanos al Rescate. El jefe de la red Gerardo Hernández le proveyó a La Habana del plan de vuelo de los aviones de Hermanos al Rescate antes de que fuesen abatidos, y ordenó a René González y a Juan Pablo Roque de que no volaran misiones en esos días36. En un mensaje La Habana indicaba que “bajo ninguna circunstancia (agentes) Germán y Castor deben volar con Hermanos al Rescate u otra organización entre los días 24, 25, 26 y 27 de febrero de 1996”37. Roque desapareció el viernes 23 de febrero de 1996. Esa misma tarde, el gobierno cubano arrestó a 150 disidentes dentro de la isla.

Ese día José Basulto decidió volar sobre el Estrecho de la Florida en busca de balseros por si acaso la reciente represión hubiese forzado a escapar. Salieron tres avionetas del aeropuerto de Opa Locka, luego de registrarse el plan de vuelo con la Federación de Aviación de Miami, la cual a su vez remitió la información a Miami. El primer aparato, el Cessna N2506 fue abordado por Basulto, y los esposos Iriondo; Carlos Costa y Pablo Morales se montaron en el segundo, mientras Mario De la Peña y Armando Alejandro lo hacían en el Habana DC38.

Lo que continuó se halla ampliamente documentado. A las 2:57, en pleno vuelo, Basulto comunicó a La Habana su posición en aguas internacionales; La Habana respondió que ese espacio aéreo estaba activado militarmente. De inmediato despegaron dos MiGs cubanos que se abalanzaron sobre las avionetas. El gobierno norteamericano había puesto en alerta sus dispositivos electrónicos sobre el estrecho de la Florida, en especial el Comando de Defensa Norteamericano (NORAD). En la base aérea de Homestead dos cazarreactores F-15 se pusieron en alerta ante el despegue de los aviones cubanos. A las 3:21 los MiGs cubanos derribaron el primer aparato, a las 3:28 el segundo corrió la misma suerte, mientras Basulto, con una maniobra logró evadir la muerte retornando a Miami, donde expresó que “Estados Unidos sabía lo que estaba pasando”39.

El criterio de Basulto es que el plan de Cuba falla al no poder derribar la tercera avioneta y existir entonces testigos, pues el propósito era utilizar a Roque (ya en Cuba) como si hubiese desembarcado de una de ellas, para que declarase “arrepentido” en la televisión que las intenciones de las mismas eran bombardear a La Habana, versión que sería corroborada en Miami entonces por René González40.

El juicio contra la Red demostró que el derribo de los aviones no resultó un incidente fortuito, sino una trampa cuidadosamente planificada para desacreditar y desmantelar una organización de pilotos cubanos exiliados, Hermanos al Rescate, que se dedicaba a salvar los náufragos cubanos que intentaban cruzar el Estrecho de la Florida. Tanto los sistemas de radares norteamericanos como las autoridades de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) dictaminaron que ese incidente había ocurrido en aguas internacionales41. Atendiendo al testimonio de Jeffrey Richardson, jefe del escuadrón de radares de la base aérea MacDill, el cual testificó en el juicio de la Red Avispa, los datos de los sistemas de radares de la fuerza aérea cubana que han sido mostrados internacionalmente difieren tan dramáticamente de los norteamericanos, que los datos cubanos tienen que ser fraudulentos42.

Roque apareció tres días después en la televisión cubana comentando que había retornado a su patria. Una sorprendida Ana Margarita Martínez contempló en la televisión cómo Roque le relataba a un periodista que lo único que echaba de menos en Miami era su Jeep Cherokee”43. Roque fue ascendido a teniente-coronel del Ministerio del Interior, el 2 de diciembre de 1996, con un alto cargo en el Aeropuerto Internacional José Martí, en La Habana. El 7 de mayo de 1999, la Fiscalía General de Estados Unidos presentó cargos de conspiración para cometer asesinato contra varios de los espías cubanos, entre ellos in absentia Juan Pablo Roque, alias “Germán”44.

Ana Margarita Martínez estableció demanda contra Juan Pablo Roque por haber sido inducida fraudulentamente a contraer matrimonio para establecer una cubierta para su misión clandestina a favor del gobierno cubano; y contra el gobierno cubano por agravio intencional por el cual Cuba es responsable de agresión y violación sexual premeditada cometida por Roque contra su persona, cada vez que ella y Roque sostenían relaciones sexuales. Una corte de Miami le otorgó a Martínez $27.2 millones de dólares de compensación a adjudicarse de los fondos financieros cubanos congelados en bancos norteamericanos, como resultado del embargo comercial. Ella publicó un libro Estrecho de traición y legalmente anuló su matrimonio con Roque. Por su parte, los familiares de las víctimas de los aviones derribados fueron compensados igualmente con $100 millones de tales fondos congelados45.

EL DESENLACE

La anterior administración norteamericana de Bill Clinton trató de restar importancia al ángulo del espionaje militar de la Red Avispa, centrando el caso en el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate. Pese a los criterios “no desfavorables” a las intenciones de estos agentes, expresados por los generales Charles Wilhelm y Edward Atkeson, testigos de la defensa, el jurado no tomó en serio sus opiniones y votó por condenar a los miembros de la Red Avispa.

El gobierno de Castro lanzó una enorme campaña nacional e internacional, muy parecida a la de Elián González, con vistas a presionar a Estados Unidos sobre el caso de los espías cubanos arrestados. La Habana reclama que sus agentes nunca tuvieron entre sus objetivos espiar instalaciones militares estadounidenses y sólo se dedicaban a informar de las actividades de los grupos exiliados. El arresto de los últimos espías, los esposos Gari, y de Ana Belén Montes no sólo determinó que La Habana pusiera fin a su campaña de recabar apoyo internacional, sino que ridiculizó los criterios de ambos generales, sobre la incapacidad de la inteligencia cubana por penetrar las bases militares norteamericanas.

Los matrimonios Nicolo Hernández con Linda Hernández, y Joseph Santos con Amarilis Silverio llegaron a un acuerdo con la Fiscalía y fueron excluidos del proceso y sancionados en juicios apartes a las penas mínimas de tres años y medio, elegibles para una rápida liberación, y con el derecho a formar parte del programa de protección de testigos. Joseph Santos y Amarilis Silverio fueron utilizados como testigos de la Fiscalía, y sus testimonios ayudaron a la presentación de cargos contra los otros espías, por conspirar para asesinar a los pilotos del grupo de exiliados Hermanos al Rescate. Joseph Santos detalló al jurado el entrenamiento de espía que recibió en Cuba y su labor de espionaje clandestino sobre el Comando Sur. Asimismo el matrimonio de Gerardo Gari y Marisol Gari también decidió cooperar con la Fiscalía y sus deposiciones sirvieron para el encauzamiento de los principales cabecillas. Junto a Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero Rodríguez fueron convictos de conspiración para espiar, mientras Fernando González y René González enfrentaron cargos menores.

Carlos Cajaraville, un ex agente de la contra-inteligencia cubana que ahora vive en Miami expresó que “la campaña de Cuba para liberar a los cinco espías es la manera que tiene el gobierno cubano para enviar un mensaje a sus espías en el exterior, incluyendo sus 50 operativos que el FBI sospecha se hallan actuando en los Estados Unidos. El gobierno cubano está preocupado de sus otros espías y esta es una campaña para expresarles que no están solos”46.

El jefe de la red, Gerardo Hernández le expresó al oficial investigador de que el hecho que viviese de forma encubierta no representaba un peligro a los ciudadanos de este país, sino un esfuerzo para proteger a su país de los actos terroristas de individuos que operaban contra Cuba. En su alegato final Gerardo Hernández se incriminó al reconocer lo siguiente: “es cierto que durante años algunos de los acusados tuvimos en nuestro poder documentos de identidad falsos, pero su único objetivo era garantizar nuestra seguridad” -y seguidamente- “los mensajes de alta frecuencia que escogieron revelar como evidencia son sólo una ínfima parte de todos los que interceptaron”47. El principal acusador, Caroline Miller calificó la explicación de Gerardo Hernández como demasiado conveniente, argumentando que una misión anti terrorista no era base para una sentencia menor48.

Gerardo Hernández Nordelo fue sentenciado a dos cadenas perpetuas por conspiración por espiar y por el cargo de asesinato premeditado en la muerte de 4 pilotos cuyos aviones civiles fueron derribados por MiG cubanos en el espacio internacional, en 1996. Ramón Labañino Salazar fue sentenciado a una cadena perpetua sin derecho a salida por espiar dos bases militares en el estado de la Florida. René González Sehwerert fue condenado a 15 años de prisión, y Fernando González Llort a 19 años de prisión49

Anónimo dijo...

Hola soy un cubano-americano,redicado en California,lugar que se ha convertido en un cuartel general de Castro dentro de los E.U.
Existe una gran red de oficiales de Inteligencia Militar cubano operando en California, dedicados al narcotrafico,han cometido muchos crimenes como homicidios,violaciones de ninos, posesion ilegal de armes de fuego,falsificacion de documentos de los Derechos Humanos,acoso constante a cubanos que no estan en a favor de Castro y muchos mas crimenes
El Gobierno de California no hace nada por detenerlos

No confio en el Gobierno de California para colaborar con ellos,pero tengo una gran informacion sobre ese grupo.

fechemendia@live.com
Si alguien de Miami se quiere comunicar conmigo esta bien